LOS TEMPLARIOS EN ASCÓ

En el año 1153 el conde Ramón Berenguer IV dio a los templarios bienes en Ascó. En 1175, el rey Alfonso I empeñó el castillo de Ascó a los templarios y se lo entregó En 1182, aunque se reservó algunos derechos. Finalmente, en el año 1210 el rey Pedro I les dio todos los derechos que tenía en Ascó y Riba-roja. Y los templarios obtuvieron su plena señoría.

EL TESORO DE LA PAZ

Una vez terminada la reconquista militar de la zona entre Lérida y Tortosa, había una numerosa población sarracena arraigada desde antiguo y dedicada esencialmente al cultivo de la tierra. Se supone que las fuerzas cristianas plantearon la expulsión de los sarracenos, pero ante unos efectivos humanos insuficientes para proceder a tal repoblación y para evitar una fuga perjudicial para la economía de las riberas del Segre y del Ebro, Berenguer IV optó por asegurar a los sarracenos su permanencia, otorgándoles una protección directa y garantizándoles el mantenimiento de su lengua, su cultura, su religión y la organización político-jurídica.

Los musulmanes de Ascó continuaron viviendo en la morería, cerrada por murallas, mientras que la población cristiana llegada recientemente construía sus casas extramuros, quedando de esta forma segregada la zona morisca de la cristiana.

EL TESORO DEL TEMPLO EN ASCÓ

Las imágenes en diez grandes viñetas que se conservan en la pared de la prisión del castillo de Chinon, en el valle francés del río Loira, fotografiadas y analizadas por Pros, permiten documentar que alrededor de la Encomienda de Ascó, en el año 1306, fue enterrado el tesoro del Templo, salvado en Chipre en dos naves que, pasando por la Turtusa de Siria, llegaron a la Tortosa catalana, desde donde y durante 14 años (de 1292 a 1306), fueron subiendo en llaüts los preciados cofres misteriosos.

ADENTRARSE EN EL PASADO TEMPLARIO DE ASCÓ

Con la llegada de los templarios, el pueblo de Ascó se transforma y crece. Los recién llegados cristianos construyen sus casas extramuros mientras, poco a poco, se construye una zona cristiana anexa a la sarracena, que formará una nueva “vila closa” (parte del pueblo protegida por murallas). Los Templarios convierten el castillo sarraceno en una fortaleza defensiva y religiosa, se construye la iglesia cristiana y en el río la actividad comercial no cesa. Ascó, juntamente con Tortosa, controla el comercio fluvial y terrestre en el Ebro.