De la segunda mitad del siglo XVII, el pozo de nieve de Ascó es el único que queda en los alrededores. Ubicado en los cimientos de una casa, está construido con piedra picada y con una bóveda apuntada, de planta circular y en forma de bellota. Las vigas superiores descansan sobre ménsulas a distintas alturas alturas para el amaderado de conservación de la nieve, que se vertía desde una ventana. El propósito era llenarlo de nieve o hielo para su uso durante el resto del año. Durante aquella época el almacenamiento y la distribución de hielo llegó a ser un negocio importante que involucraba una parte significativa de la población rural.